- Reproductor de 8 pistas: “Ese satisfactorio chasquido que indicaba que una canción estaba a punto de empezar no era solo un sonido; era algo que sentías en las entrañas.
- Tocadiscos portátil: “Ojear las portadas de los álbumes, leer las notas, tumbarse boca abajo (en aquellos tiempos, eso no dolía), dejar caer la aguja y ver girar el disco... era lo más ceremonial de la infancia”.
- El estéreo de papá con puertas de cristal: “Por fin abrirlo y oír ese satisfactorio clic de las puertas de cristal ahumado al cerrarse es un recuerdo imborrable”.
- El radiocasete con asa: “Echamos de menos ese potencial para una fiesta improvisada y la emoción de grabar la cinta de mezclas de un amigo mientras pasábamos el rato escuchándolo todo juntos”.
- Walkman de Sony: “Hacía que la música se sintiera profundamente personal... Solo tú, tus incómodos auriculares de espuma y tu mejor mixtape.
- Sony Discman: “La emoción de elegir ese CD para acompañar lo que estuvieras haciendo, siempre y cuando no implicara, ya sabes, movimientos bruscos”.
- Mini reproductor de discos: “La verdad es que no lo echamos de menos, sobre todo porque solo los estudiantes europeos de intercambio con gusto por la música electrónica parecían tener uno”.
- El cambiador multiCD para coche