En un mundo saturado de ruido constante, un descubrimiento reciente nos recuerda el poder escondido en el silencio. Investigadores han observado que dedicar hasta dos horas diarias a la calma —sin estímulos auditivos— puede promover la formación de nuevas neuronas en el hipocampo, la región cerebral clave para la memoria y el aprendizaje. Estudios con animales muestran que, entre distintos entornos sonoros, el silencio es el que más favorece que esas neuronas recién formadas sobrevivan y maduren.
Para los humanos, programas breves de atención plena (mindfulness) han arrojado mejoras visibles en materia gris del hipocampo tras unas ocho semanas. Además, los momentos silenciosos ayudan a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo que favorece la concentración, la claridad mental y el estado de ánimo.
La belleza de este hábito está en su accesibilidad: nadie necesita herramientas costosas ni comprometer mucho tiempo. Simplemente reserva bloques diarios de calma —quizá al despertar, durante un paseo o antes de dormir— y permite que tu cerebro descanse, regenere y fortalezca sus redes internas. En resumen: el silencio no es vacío, es un aliado para aprender mejor, vivir más tranquilo y cuidar el cerebro a largo plazo.
El estudio proviene de un artículo de 2013 titulado “Is silence golden? Effects of auditory stimuli and their absence on adult hippocampal neurogenesis”, en el que los investigadores encontraron que solo el silencio —entre diversos estímulos auditivos— promovía un aumento de nuevas neuronas en el hipocampo en ratones tras siete días.