Un reciente análisis de múltiples estudios científicos sugiere que los hombres más bajos tienden a vivir hasta tres años más que sus pares más altos. La clave podría estar en una menor incidencia de ciertas enfermedades y en una variación genética vinculada a la longevidad.
Por ejemplo, en un estudio longitudinal realizado con hombres japoneses estadounidenses, los participantes más bajos —aquellos de 5’2″ o menos— no solo tenían menor mortalidad, sino que también presentaban más frecuencia de una variante del gen FOXO3, relacionado con mayor longevidad.
Asimismo, una revisión basada en datos observacionales y genómicos determinó que por cada 10 cm adicionales en altura, el riesgo de desarrollar y morir por cáncer aumenta cerca de un 10 %.
Estos hallazgos se alinean con teorías biológicas como la del “soma desechable”, que plantea que un crecimiento más rápido induce un envejecimiento prematuro y disminuye la longevidad.
No obstante, los expertos advierten que esto no significa que la estatura determine completamente la expectativa de vida. Otros factores como la alimentación, el ejercicio, el entorno y los hábitos de salud tienen un papel fundamental en la longevidad.
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